(Fuente, Diario EL TIEMPO)
Foto: Archivo particular
El legendario Keith Richards,
guitarrista de los Rolling Stones, se confiesa en 'Under the Influence',
Documental de Netflix traza el perfil menos conocido del célebre guitarrista de los Rolling Stones.
Cuando el espectador
termina de ver el documental ‘Under the influence’, en su memoria
inmediata, una carcajada aguardientosa sobrevuela los retazos de
electric blues, country honky-tonk y southern soul que han salpicado la
película. Es el sonido de la alegría de vivir de su protagonista, Keith
Richards. El estreno de la cinta tuvo lugar en el Festival de Toronto
–que finalizó la pasada semana–, en vísperas del lanzamiento del primer
disco del guitarrista de los Rolling Stones en solitario después de 23
años, Crosseyed Heart, y está disponible en la plataforma Netflix desde
el 18 de septiembre.
Richards tiene fama entre la prensa de ser un
interlocutor difícil, pero en el metraje se muestra amigable, risueño y
generoso en las respuestas. “El primer día que quedamos, acudí a su casa
con una pila de discos y estuvimos escuchando canciones durante horas.
Creo que ya está enfermo de responder a preguntas sobre su pasado y
sobre su relación con Mick Jagger. Le aburre. Esa misma pregunta se le
ha formulado en cada entrevista que ha hecho a lo largo de su vida. A
Richards lo que le apetece es hablar de música”, comparte el director
del rockumental, Morgan Neville.
Y así lo hace a lo largo de 121 minutos, en
los que los extractos de entrevistas íntimas se alternan con
declaraciones de su amigo Tom Waits y de los músicos y coproductores del
álbum, Steve Jordan y Waddy Wachtel. El veterano roquero ahonda en sus
fuentes de inspiración y en su recorrido profesional, pero también en
los orígenes de su afición, impulsada por su abuelo, que le tendió una
guitarra a muy temprana edad.
“Aunque Keith cuente las mismas viejas
anécdotas, incluso aunque hayas leído su autobiografía Life, hay algo
muy fresco en esta película –asegura Neville–. En varias secuencias se
le puede ver trabajando en el estudio y tocando el piano. Y quizás se le
ha escuchado en el pasado nombrar a Muddy Waters y a Chuck Berry como
influencias, pero aquí profundiza en sus referencias musicales. Jamás le
había escuchado hablar tanto de country”.
De hecho, el equipo de rodaje recaló en
Nashville, como también lo hace en Nueva York, donde se inmortaliza el
trabajo en el estudio de grabación, y en Chicago, donde Richards conoció
a su ídolo Muddy Waters y se prendó de la discográfica Chess Records.
La película no escatima en imágenes de
archivo, con instantáneas de la infancia de la leyenda del rock,
secuencias de actuaciones de los Rolling Stones y los altibajos en la
etapa como guitarrista de la gira de Chuck Berry, con una secuencia
impagable en la que el autor de Maybellene regaña a Richards.
Hay anécdotas hilarantes como la ocasión en
que los Rolling fueron desalojados de la piscina de un Holiday Inn en
Georgia al ser confundidos por sus melenas con chicas en topless. Pero
también para la emoción, con el guitarrista recordando el periodo de dos
décadas en que perdió el contacto con su padre, para recuperarlo, con
Ronnie Wood como escudero en el reencuentro, en los 20 años posteriores
como compañero de viajes y giras mundiales. Hay paradas en los
conflictos raciales que percibieron al llegar por primera vez a EE. UU. y
también en los vericuetos de la composición de grandes clásicos, como
Sympathy for the Devil.
“Un 99 por ciento de la gente ahí afuera
piensa que soy ese tipo que fuma porros, lleva un Jack Daniels en la
mano y va por ahí maldiciendo. La imagen no es como una sombra, sino
como un grillete, porque no te abandona en las 24 horas que tiene el
día”, lamenta Keith Richards en el documental.
Y es en ofrecer una imagen del arquitecto de
la música popular de las últimas cinco décadas en lo que se centra la
película. Aunque él mismo menciona sus coqueteos con las drogas y la
crisis experimentada por su banda entre 1985 y 1989, a la que él se
refiere como III Guerra Mundial, Under the influence no hace sangre en
los escándalos protagonizados por el músico ni en el triángulo sexo,
drogas y rock & roll.
“Toda la película aspira a captar la energía
de Keith y mostrar quién es en la actualidad. No sé cómo era Keith
Richards a los 24, pero el filme da una buena idea de quién es ahora.
Está en un buen momento, está feliz. Quería entregarle a la audiencia un
retrato de quién es hoy en día. Y tengo que confesar que ha sido uno de
los mejores proyectos en los que he participado”, remata Neville.
Cuando la música es el camino
Morgan Neville es un veterano de los
documentales musicales, con películas dedicadas a Muddy Waters, la
discográfica soul Stax Records y Johnny Cash. El año pasado encumbraba
su carrera con el Óscar al mejor documental por ‘A 20 pasos de la fama’,
donde repasa las vidas, los conflictos y sacrificios de las coristas
del rock. El filme reparaba en las voces que arropan y enaltecen a los
grandes, relegadas a los títulos de crédito de los álbumes y a la parte
trasera de los escenarios de las giras. En el festival de Toronto,
además de ‘Under the influence’, el director ha presentado ‘The Music of
strangers’, sobre el aclamado chelista Yo-Yo Ma y su proyecto Silk Road
Ensemble, que reúne a músicos del mundo para tocar juntos. Entre los
virtuosos que coinciden en la película está el maestro del kamanche (un
instrumento tradicional iraní de cuerda) Kayhan Kalhor, el especialista
en pipa china Wu Man, y la Jimi Hendrix de la gaita, Cristina Pato.
BEGOÑA DONAT
Para EL TIEMPO
Toronto.
Para EL TIEMPO
Toronto.
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