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sábado, 29 de agosto de 2015

Humberto Dorado relata la “pobreza colombiana”

(Fuente, EL MUNDO Medellín)

Foto: Giuseppe Restrepo

Humberto Dorado dijo que “posiblemente, ya que no lo puedo asegurar, me verán en capítulos de la serie Las santísimas”.

Este Festival está reconociendo su trayectoria, sus logros como actor y guionista, ¿cómo recibe este gesto?


Yo siempre aplaudo que den estímulos a los artistas, en el mundo de la cultura no dan presupuestos, pero dan estímulos, y eso lo agradezco siempre.

Ahora, una amiga mía decía ‘¿qué te van a dar de premio?’ y yo decía nada, pero está bien, es un espacio de reflexión y de análisis.

Yo todavía estoy en edad de producir, no de reproducir, pero sí de producir. Por eso digo muchas gracias. Soy guionista y aquí en Medellín se puso el criterio de privilegiar las decisiones del director, y eclipsaron, como en el mundo entero, la labor del escritor de cine. Este homenaje me lo dan a mí en nombre de los guionistas.

Ahora que está en “edad de producir”, como dice, ¿qué quiere hacer como guionista?


De la Primera Guerra Mundial está el tema de la ética de la ciencia. Entonces, hay una obra maravillosa que es Copenhagen, que cuenta el encuentro de Heisenberg con Bohr, antes de que se tomara la decisión de que Bohr se fuera huyendo a Estados Unidos y Heisenberg se encargara del proyecto atómico de los nazis.

Ayer oía a un dirigente nuestro recordando la noche de los cristales y la noche de los cuchillos largos, contando cómo Hitler había marcado los negocios para sacar de sus alojamientos a los nazis. El mismo dirigente que dijo eso satanizó a sus opositores durante su gobierno con los mismos métodos de Hitler, entonces el nazismo es un tema muy vigente, muy nuestro, hay que mirarlo así: crear la zozobra en la población para volverse un mesías que resuelve los problemas a través de autoridad, de poder, de fuego y de sangre. Eso me falta.

El otro tema es el de la historia de nuestra violencia. A mí toda la vida me tocaron distintas modalidades de nuestra violencia. En la Casa de Poesía Silva, por estos días, va a haber una lectura de los sonetos punitivos de Laureano Gómez, que fueron escritos por Neruda, contra una columna que tenía Gómez, en la que expresaba el pensamiento que hoy tiene el procurador Ordóñez. Laureano estaba en contra de la visita de Neruda, que venía a llamar la atención sobre el cerco de Estanislao.

También hay proyectos para hacer unos textos para los dramaturgos, para teatros de gran formato, que permiten hacer teatro clásico, como espectáculo grande. Con unos amigos, estamos haciendo algo que se llama Teatro sin muros, que es un espacio de investigadores, de directores, de actores.

Con los recientes logros de películas colombianas en festivales como Cannes, podría pensarse que la televisión y el cine están en situaciones contrarias, que la segunda pierde fuerza, ¿cuál es su opinión?


Yo siento que el cine, por un lado, se está haciendo muy parecido a la televisión, porque parte de la educación de los nuevos guionistas de cine ha sido la televisión. Aunque la televisión se hace con los mismos niveles de tecnología del cine, hasta con la misma cámara, con lo que siento que las cosas se están acercando un poco.

Lo que sí está en crisis son los intermediarios, tanto en cine como en televisión tienen problemas.

Nosotros, los guionistas, queremos que se desarrollen los productores de cine, pero ellos no nos quieren, ahorran en guion. Incluso en este Festival, hemos visto que los directores ahorraron en guion, las historias no son maduras.

Los directores de cine tienen una formación que muchas veces los anula como escritores, se les ocurren situaciones que no se pueden escribir, pero en cambio quieren ahorrar en los guionistas.

Los guionistas del país están publicando los guiones, para que el público común, que no conoce la cocina del cine, pueda tener la evidencia de que los guiones no son los malos, también hay directores que se han tirado las películas.

Otra cosa es que se trate de trabajar las películas sin guion, eso sólo uno o dos genios lo han podido hacer, pero todos ahora se creen genios para ahorrarse el presupuesto. Esto tiene que ver con que estamos trabajando un cine cuyo modelo económico es una escala menor, todo el modelo del cine colombiano es un modelo barato, aquí un guionista no se puede imaginar una película, como es mi caso, yo tengo algunos guiones que no se pueden hacer en el cine colombiano, es un camello buscar apoyos.

Aunque para la crítica algunas historias son malas, la taquilla responde. ¿Cómo un guionista puede conquistar al público contemporáneo?


El guion es un recurso y entre mejor se puedan utilizar las herramientas mejor se ajusta. No todo lo que se considera un error del guion lo es.

A veces lo harto es la realización barata. En realidad el guion es un oficio de la cultura, y nuestra sociedad tiene a la cultura relegada a un segundo o tercer plano, nunca le ha visto la importancia, no se da cuenta de que es la cultura la que determina la salud mental de un país y su particularidad. Desde el folclor hasta el Premio Nobel, todo es cultura.

A la cultura no le paran bolas. En el caso del cine, nuestros gobernantes ni siquiera, aparte del llanero solitario, han visto una película, no saben qué es eso, entonces cómo van a saber eso qué es. Una de las pruebas sería darse cuenta de que exacerbar los ánimos de un país es para liberar un fanatismo y si la cultura tuviera importancia, todo el mundo se daría cuenta de que los líderes mienten.

¿Entonces usted ve el guion como un arma política?

Un guion puede tener muchas aplicaciones utilitarias, pero lo importante es que lo que lo impulse y su perfección como partitura lleve a hacer una buena película.

Sí hay algunos con compromiso político, incluso como una respuesta a las historias lugares comunes de nuestro entretenimiento, incluyendo el cine de Hollywood y la programación de los canales de lágrimas, tal vez es una respuesta a eso.

Creo que no es un fenómeno colombiano, creo que en el mundo se está haciendo un arte autorreferenciado, películas de jóvenes desahuciados, en lo que yo lamento que no tienen una esperanza para contar el conflicto que están viviendo, con lo que las obras se vuelven una queja, pero no buenas películas.

¿Qué papel juegan las influencias cuando se escriben guiones, cuáles cree que han sido las suyas?

Me parece muy peligroso que los estudiantes que ven cine se dediquen sólo a las referencias audiovisuales. Un guionista que no lea es muy difícil que pueda hacer una obra que se entienda. Todos tenemos diez o veinte películas favoritas, pero a mí me parece importante decir que quienes escriben tienen grandes influencias literarias.

Esta mañana estaba pensando en La estrategia del caracol. Hay una escena que refleja a Borges, la del señor que vende espejos, quien se estaba tratando de inventar la tercera dimensión. Otra es de Rafael Escalona, cuando la tina pasa por el aire, que es una ilustración del trasteo de La casa en el aire.

La fuente principal fueron los vecinos de mi infancia, una noticia periodística, la de esos inquilinos que se habían llevado la cáscara de la casa; y, aparte de eso, las vivencias de quienes hicimos la película: Sergio Cabrera, Ramón Jimeno y yo, quienes tuvimos la responsabilidad del núcleo creativo.

García Márquez vio la película y le ayudó, recuerdo que me hizo el elogio más grande que me han hecho en la vida, me dijo: ‘esta es la primera película que he visto escrita en colombiano’, lo más grande que me ha hecho un grande.

Las influencias, pienso yo que hacen daño, son las que bloquean la mirada de la realidad. Por algún motivo, yo creo que es lo que le pasaba a las nuevas generaciones, como con Borges, con Pablo Neruda, que todos querían tener algo, lo que también pasó con los pintores, con Picasso.

¿Es necesario que el público, la gente común y corriente, se forme en artes, que se acerque más al mundo cultural, para poder leer mejor el cine?

Sí, un público que tenga primero una oferta cultural formativa, no reiterativa. Yo creo que ha pasado que la formación del público deja de llevar una línea creciente y progresiva, que hay estancamientos muy grandes.

Uno de los principales obstáculos que yo veo es el fanatismo político, nuestros líderes, porque cuando uno es fanático tiene la verdad y no ve nada más, no tiene que pensar, no tiene que controvertir.

Hay una alienación en el fanatismo que es parte de la pobreza cultural. Por eso me indigna que los dirigentes no quieran desarrollar la cultura, porque si hay una gente sensata es más difícil sobornarla, engañarla. Creo que hay muchas personas empeñadas en formar públicos, comenzando por los maestros.

Muchos saben que la salida a los problemas de una sociedad está en la comprensión, sociedades que se comuniquen racionalmente, que celebren las ideas que favorecen a la sociedad, no que sigan a un abanderado porque sí.

En ese aspecto, me parece que Colombia sí está sumida en la pobreza, no sólo en la económica sino que también tiene muchos obstáculos para crecer espiritualmente.

La estrategia del caracol

En 1993, Humberto Dorado, Ramón Jimeno y Sergio Cabrera estrenaron la película La estrategia del caracol, una comedia dramática, una mezcla de ambos géneros, sobre la libertad y la solidaridad, la brecha entre ricos y pobres, el sistema social altamente estratificado; teniendo como eje central la realidad de la ocupación y propiedad de vivienda y el acoso inmobiliario.

“La primera vez que la vi no vi nada, veía era los defectos. Me volvió el alma al cuerpo cuando, en el Cine Embajador, la primera vez que se exhibía una película colombiana un 25 de diciembre, en tiempos en que los distribuidores decían que ese era el mejor día para el cine, que no nos lo tiráramos con una película colombiana; se terminó la función de La estrategia del caracol, y una señora se levantó a denunciar un desalojo que estaba haciendo el Municipio de Cali contra un recinto de la cultura y todo el mundo contestaba ‘atrás el desalojo de Cali’, me pareció un logro político”, relata Dorado.

Según él, esta producción fue “un trabajo muy fervoroso y entrañable”: “Yo no había visto el caso en Latinoamérica ni en el mundo en el que un presidente de la República, el doctor César Gaviria, invitara a la gente a ver la película, hizo una proyección en Palacio”.

Otra cosa que define como paradójica es que “en la Constitución de 1991 se aprobó todo lo contrario a lo que decía la película, se dijo que la vivienda es un derecho, eso de ahora del vicepresidente Vargas Lleras; lo que contradice la tesis de la película, un  urbanista inglés que defiende los derechos del individuo frente a su hábitat y que la sociedad tiene que darle es servicios, nada más”, concluye.

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