(Fuente, EL COLOMBIANO)
Por Juan Fernando Rojas T.
En
una esquina están 23 grandes industrias que desde hace un año tienen en
Asoenergía un gremio propio para buscar que las tarifas de electricidad
bajen en el país.
Aseguran que este insumo, en promedio, representa una cuarta parte de sus costos de producción, que los consumidores están pagando más por cuenta de ineficiencias en los eslabones de la cadena eléctrica y que, con razón, la inversión productiva se está yendo para otros países.
Argumentan que la energía más barata (hidroeléctrica) solo cubre el 70 por ciento de la demanda nacional y que hay una espiral alcista de precios del kilovatio hora (kWh), al suplir el faltante con termoeléctricas (a gas y líquidos), más costosas en la generación.
En la esquina opuesta están los 50 generadores, 11 transmisores y 30 distribuidores que mediante los gremios (Acolgén, Andeg y Asocodis) salen al paso de las críticas con la actualización de un estudio comparativo de precios de la energía realizado por la fundación Ecsim, con corte a 2014.
Afirman que en Colombia son competitivas las tarifas para la industria ofrecidas en el mercado no regulado (contratos y compras en Bolsa de Energía); más aún, con una devaluación creciente en 2015, la brecha se cierra con Estados Unidos, que tiene las de menor precio.
Además, la tarifa media final del país está por debajo del promedio de países europeos y entre los pares de la región solo lo supera Chile (con más energía eólica barata), Brasil (cambios regulatorios) y Perú (donde subsidian el gas para las termoeléctricas). Los esquemas de Argentina y Venezuela, con todas sus distorsiones, son otro cuento
Por su lado, los comercializadores de energía, hay 92 en el país, desde su gremio (Acce) dan parte de la razón a los industriales, cuestionan a los generadores, pero también defiende su rol en el mercado eléctrico.
Y en una cuarta esquina, el Gobierno defiende el modelo que asumió Colombia desde hace 20 años, anclado a un cargo por confiabilidad, lo que se paga al generador para asegurar energía en momentos críticos. Así busca que no vuelva a repetirse un apagón como el de 1992 por cuenta del fenómeno de El Niño.
Un nuevo round
Ahora los industriales salen al cuadrilátero del complejo mercado eléctrico con varias propuestas para el Gobierno. Según sus cuentas, reducirían entre un 20 y 35 por ciento las tarifas de energía y mejorarían la confiabilidad. Pero los otros gremios las ven, en su gran mayoría, inconvenientes y que pondrían en jaque al sector.
La presidenta de Asoenergía, María Luisa Chiappe, propone frente a los generadores que se debe abrir una nueva subasta de energía para ampliar en al menos 2.000 megavatios la capacidad instalada de generación. También que el cargo por confiabilidad asignado a las centrales sea según su eficiencia, al considerar “activos tóxicos” a las plantas que generan a altos costos e inciden en elevar el precio.
La presidenta de Acolgén, Ángela Montoya, considera que el plan de expansión actual para instalar 2.800 megavatios, (Ituango, El Quimbo y otros) aportan la energía suficiente para cubrir la demanda de los próximos años. “Si hay sobreoferta, los precios finales se deprimen y nadie querrá invertir después para atender la demanda futura”, agrega.
Por su parte, el director de Andeg, Alejandro Castañeda, considera “cortoplacista” la visión de
Asoenergía. Explica que tocar el cargo por confiabilidad pondría en riesgo la atención de la demanda en tiempos de baja hidrología: “No se tendrían recursos para entregar esa energía de respaldo cuando sea necesaria y tocaría comprar velas y plantas eléctricas”, agrega.
Pero Chiappe también propone que se eliminen las barreras regulatorias que no dejan a la industria comprar directamente energía en el mercado mayorista (Bolsa de Energía).
Al respecto, la directora de la Acce, Marta Aguilar, afirma que “zapatero a tus zapatos”: “si el industrial no tiene experiencia quedará expuesto por negociar una reducción mínima de costos, pues la comercialización, en promedio, solo es el uno por ciento de lo que paga”. Aunque los generadores consideran oportuna la propuesta de Asoenergía y que participe más activamente la demanda.
También los industriales son de la idea de reducir el cargo por distribución de energía y corregir la valoración de la infraestructura actual. Pero el presidente de Asocodis, José Camilo Manzur Jattin, aclara que la distribución es un servicio y no una concesión. Y agrega: “la rentabilidad de las distribuidoras es muy baja, y una disminución en lo que reciben implicaría que más de la mitad de las electrificadoras se quiebren, haya apagón, y todo por una reducción mínima de la tarifa para la industria”.
En lo único que coinciden todos los gremios del sector eléctrico con Asoenergía es en su propuesta de que se equilibre la información que tienen la oferta y la demanda, de manera que los industriales puedan tomar mejores decisiones al comprar energía. Pero en ese caso, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), como en otros puntos de debate, es la que tiene la última palabra
Aseguran que este insumo, en promedio, representa una cuarta parte de sus costos de producción, que los consumidores están pagando más por cuenta de ineficiencias en los eslabones de la cadena eléctrica y que, con razón, la inversión productiva se está yendo para otros países.
Argumentan que la energía más barata (hidroeléctrica) solo cubre el 70 por ciento de la demanda nacional y que hay una espiral alcista de precios del kilovatio hora (kWh), al suplir el faltante con termoeléctricas (a gas y líquidos), más costosas en la generación.
En la esquina opuesta están los 50 generadores, 11 transmisores y 30 distribuidores que mediante los gremios (Acolgén, Andeg y Asocodis) salen al paso de las críticas con la actualización de un estudio comparativo de precios de la energía realizado por la fundación Ecsim, con corte a 2014.
Afirman que en Colombia son competitivas las tarifas para la industria ofrecidas en el mercado no regulado (contratos y compras en Bolsa de Energía); más aún, con una devaluación creciente en 2015, la brecha se cierra con Estados Unidos, que tiene las de menor precio.
Además, la tarifa media final del país está por debajo del promedio de países europeos y entre los pares de la región solo lo supera Chile (con más energía eólica barata), Brasil (cambios regulatorios) y Perú (donde subsidian el gas para las termoeléctricas). Los esquemas de Argentina y Venezuela, con todas sus distorsiones, son otro cuento
Por su lado, los comercializadores de energía, hay 92 en el país, desde su gremio (Acce) dan parte de la razón a los industriales, cuestionan a los generadores, pero también defiende su rol en el mercado eléctrico.
Y en una cuarta esquina, el Gobierno defiende el modelo que asumió Colombia desde hace 20 años, anclado a un cargo por confiabilidad, lo que se paga al generador para asegurar energía en momentos críticos. Así busca que no vuelva a repetirse un apagón como el de 1992 por cuenta del fenómeno de El Niño.
Un nuevo round
Ahora los industriales salen al cuadrilátero del complejo mercado eléctrico con varias propuestas para el Gobierno. Según sus cuentas, reducirían entre un 20 y 35 por ciento las tarifas de energía y mejorarían la confiabilidad. Pero los otros gremios las ven, en su gran mayoría, inconvenientes y que pondrían en jaque al sector.
La presidenta de Asoenergía, María Luisa Chiappe, propone frente a los generadores que se debe abrir una nueva subasta de energía para ampliar en al menos 2.000 megavatios la capacidad instalada de generación. También que el cargo por confiabilidad asignado a las centrales sea según su eficiencia, al considerar “activos tóxicos” a las plantas que generan a altos costos e inciden en elevar el precio.
La presidenta de Acolgén, Ángela Montoya, considera que el plan de expansión actual para instalar 2.800 megavatios, (Ituango, El Quimbo y otros) aportan la energía suficiente para cubrir la demanda de los próximos años. “Si hay sobreoferta, los precios finales se deprimen y nadie querrá invertir después para atender la demanda futura”, agrega.
Por su parte, el director de Andeg, Alejandro Castañeda, considera “cortoplacista” la visión de
Asoenergía. Explica que tocar el cargo por confiabilidad pondría en riesgo la atención de la demanda en tiempos de baja hidrología: “No se tendrían recursos para entregar esa energía de respaldo cuando sea necesaria y tocaría comprar velas y plantas eléctricas”, agrega.
Pero Chiappe también propone que se eliminen las barreras regulatorias que no dejan a la industria comprar directamente energía en el mercado mayorista (Bolsa de Energía).
Al respecto, la directora de la Acce, Marta Aguilar, afirma que “zapatero a tus zapatos”: “si el industrial no tiene experiencia quedará expuesto por negociar una reducción mínima de costos, pues la comercialización, en promedio, solo es el uno por ciento de lo que paga”. Aunque los generadores consideran oportuna la propuesta de Asoenergía y que participe más activamente la demanda.
También los industriales son de la idea de reducir el cargo por distribución de energía y corregir la valoración de la infraestructura actual. Pero el presidente de Asocodis, José Camilo Manzur Jattin, aclara que la distribución es un servicio y no una concesión. Y agrega: “la rentabilidad de las distribuidoras es muy baja, y una disminución en lo que reciben implicaría que más de la mitad de las electrificadoras se quiebren, haya apagón, y todo por una reducción mínima de la tarifa para la industria”.
En lo único que coinciden todos los gremios del sector eléctrico con Asoenergía es en su propuesta de que se equilibre la información que tienen la oferta y la demanda, de manera que los industriales puedan tomar mejores decisiones al comprar energía. Pero en ese caso, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), como en otros puntos de debate, es la que tiene la última palabra
cara a cara
EL TIRE Y AFLOJE GREMIAL ENTRE INDUSTRIA Y SECTOR ELÉCTRICO
María Luisa Chiappe
Presidenta de Asoenergía
“La
industria no está pidiendo subsidios ni controles de precios, solo que
se ajusten unas reglas de mercado para tener una producción más
eficiente de energía, pues hoy no se cuenta con la suficiente energía
barata instalada y al valor que requerimos para poder ser competitivos
frente a otros países. Tarifas altas pasan una cuenta muy alta en
empleo, inversión y valor agregado”.
Ángela Montoya Holguín
Presidenta de Acolgén
“Solo
son algunos industriales los que dicen que las tarifas de energía no
son competitivas, no son todos. Se debe comprender que la energía no es
un commoditie para especular. La mejor manera de tener tarifas
competitivas es que desarrollen la destreza comercial para contratar a
largo plazo la energía y no queden expuestos a la volatilidad del
mercado por temas como el fenómeno de El Niño”.
Alejandro Castañeda
Director de Andeg
“Ya
lo evidenció XM (administrador del mercado mayorista): los precios en
la Bolsa de los últimos tres años los han formado la oferta hidráulica,
de carbón y de gas. La opción de generar con combustibles líquidos (más
cara) es parte del respaldo que necesita el país para mantener el
servicio cuando se complica generar con otras fuentes”.
María Luisa Chiappe
Presidenta de Asoenergía
“Si
el sistema tuviera unas plantas que sí fueran eficientes, la
confiabilidad estaría garantizada a un mejor precio final. Pero la
energía barata de las hidroeléctricas o las térmicas a carbón no cubre
la demanda y toca ir a la Bolsa de Energía, donde el precio se
establece según la oferta marginal, es decir, la de las plantas más
ineficientes”.
María Luisa Chiappe
Presidenta de Asoenergía
“Lo
que se le reconoce a la infraestructura de transmisión y distribución
(Wacc) está por encima del riesgo del mercado y del riesgo país. Hoy se
encuentra en una tasa de 14% cuando debería estar alrededor del 8%, por
eso debe ajustarse la remuneración. Además, se debe garantizar que la
industria acceda a las redes en los niveles de tensión que les
signifique menos costos”.
José Camilo Manzur Jattin
Presidente de Asocodis
“Se
está manipulando la información. El 13,5% que se remunera en
transmisión y distribución es una tasa antes de impuestos, después de
impuestos es cercana al 8%, y eso no significa que se asegure
rentabilidad. Ahora, la industria no puede pretender conectarse al nivel
de tensión que quiera para pagar menos, pues si técnicamente es
posible, afectaría la tarifa de los usuarios residenciales”.
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