(Fuente, Diario EL TIEMPO)
Foto: Guillermo Ossa / EL TIEMPO
Esta estrategia fue denominada
Corredor del Felino, pues con esta pretende salvaguardar las áreas boscosas
conectadas entre sí por medio de árboles, vegetación y fuentes hídricas,
que les permiten a los felinos moverse libremente a través de la
cordillera de los Andes.
Con una ruta o camino que atraviesa todos los
municipios del norte de Antioquia, la Corporación Autónoma Regional del
Centro de Antioquia (Corantioquia) pretende salvar a los felinos de la
extinción.
Esta estrategia fue denominada Corredor del
Felino, pues con esta pretende salvaguardar las áreas boscosas
conectadas entre sí por medio de árboles, vegetación y fuentes hídricas,
que les permiten a los felinos moverse libremente a través de la
cordillera de los Andes.
Dentro de este plan de conservación está el
Corredor del Puma con 503.288 hectáreas de bosque protegidas, que
incluye a 28 municipios del norte y el nordeste del departamento.
Además, el Corredor del Jaguar, con 977.807 hectáreas, del que hacen
parte 19 municipios del Bajo Cauca y el Magdalena Medio.
En el departamento hacen presencia cinco de
las seis especies de felinos silvestres que hay en el país: el jaguar
(Panthera onca), el puma (Puma concolor), el ocelote (Leopardus
pardalis), el margay (Leopardus wiedii) y el yaguarundí (Puma
yagouaroundi).
Estas especies han sido afectadas por acciones
humanas, como la cacería, la minería, la deforestación y la
contaminación de fuentes hídricas.
Esta situación ha llevado a que estas especies
se encuentren en algún riesgo de amenaza, como lo señala la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn).
“La conservación del felino, al tiempo que
brinda un equilibrio para el medio ambiente, controla los ecosistemas y
se convierte en un factor importante para salvaguardar a las demás
especies silvestres que habitan el territorio”, explicó Luz Adriana
Molina López, subdirectora de Ecosistemas de Corantioquia.
En la protección de estos corredores
biológicos participan 120 funcionarios de la autoridad ambiental, que
trabajan de la mano de diferentes actores del territorio, como
instituciones educativas, administraciones municipales, habitantes y
sectores productivos.
Con el objetivo de logran la planeación del
entorno en sintonía con el medio ambiente, los investigadores e
ingenieros forestales brindan talleres y cursos en colegios e
instituciones educativas, además de prestar asesorías medioambientales
en fincas y granjas.
“Trabajamos especialmente con los campesinos
para que se concienticen de que no deben talar los árboles para abrir
potreros, pues esta práctica ocasiona que la ruta por donde se movilizan
los felinos tenga parches que interrumpan su corredor natural”, dijo
Molina.
Por eso, en el municipio como Maceo han sido
implementados los sistemas silvopastoriles, como una alternativa
ecológica y productiva que busca hacer una interacción entre árboles,
arbustos, pastos nativos y buenas prácticas ganaderas.
Esto va de la mano de proyectos pedagógicos y
educativos con las comunidades, que hacen énfasis en la prohibición de
la caza de felinos u otros animales silvestres, ya sea por el consumo de
su carne o por la protección de especies domésticas.
“Estamos identificando que la caza de presas,
tales como guagua, el venado, el ñeque, entra en competencia con el
alimento del felino. Entonces cuando no encuentra qué comer busca presas
más cercanas y débiles, así que pueden llegar a atacar a los animales
de crianza”, explicó la subdirectora.
También han identificado que hay actividades
ganaderas que permiten que los animales entre a las zonas boscosas, bien
sea a pasar la noche o en los días más soleados, cuando esos lugares
son la casa del felino y entrar allí puede traer peligros.
“Cada vez que tenemos un conflicto con un
felino, lo que nos tenemos que preguntas es que es lo que estamos
haciendo mal, dónde estamos interviniendo o desarrollando actividades
productivas que no se corresponden con lo que debiera de hacerse en el
ecosistema. Entonces, el felino responde a ello”, agregó.
PAOLA INES MORALES E.
EL TIEMPO
MEDELLÍN
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