(Fuente, Diario EL TIEMPO)
Penas que pagarían las Farc serían de hasta ocho años en condiciones especiales, si confiesan.
El gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc llegaron este miércoles en La Habana (Cuba) a un acuerdo histórico
para imponer penas restrictivas de la libertad a los principales
líderes de esa organización que dejen las armas y al mismo tiempo fijar
un límite de máximo seis meses para firmar el fin del conflicto, el cual
ya supera las cinco décadas.
El acuerdo fue firmado por el mandatario y el
máximo líder de las Farc, ‘Timochenko’, quienes arribaron a la capital
cubana en la mañana de este miércoles para –de manera expresa– firmar el
primer documento sobre la paz en el que aparecen sus rúbricas, y para
verse personalmente por primera vez.
Aunque queda mucho tramo de las negociaciones
por recorrer, algunos creen que el encuentro personal de Santos y
‘Timochenko’, y la firma del acuerdo con todos sus alcances, le aseguran al proceso de paz un punto de no retorno.
Los dos puntos que constituyen la esencia del
acuerdo de la víspera (la fórmula de justicia transicional y la fecha
para firmar el fin del conflicto) habían llenado de escepticismo a los
colombianos sobre la suerte final del proceso de paz.
La imposición de penas “restrictivas de la
libertad” hasta por ocho años para los principales líderes de las Farc
responsables de delitos graves se había convertido en el tema más
discutido de la agenda, al punto de que les tomó más de un año a los
negociadores de las partes llegar a la fórmula anunciada.
El concepto de pena “restrictiva de la libertad” será desarrollado por una ley y aplicado por un tribunal especial,
que también será creado para juzgar tanto a los excombatientes de la
guerrilla como a los miembros de la Fuerza Pública y a otros actores
responsables de delitos cometidos a propósito del conflicto armado.
Los principales críticos del proceso con las
Farc han tenido este (el tema de la justicia transicional) como uno de
sus principales argumentos para oponerse a él.
Los jefes guerrilleros ‘Joaquín Gómez’ (izq.) y Carlos Antonio Lozada asistieron a la firma del acuerdo en La Habana. Foto: AFP
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El fin del conflicto
Líderes como el expresidente Álvaro Uribe,
quien encarna la posición más crítica a las negociaciones con las Farc,
se niegan a aceptar que los responsables de los peores crímenes durante
las últimas cinco décadas no vayan efectivamente a la cárcel.
No obstante ser hasta ahora el más
significativo acuerdo en las negociaciones de La Habana, que cuenta con
el respaldo de destacados líderes de la comunidad internacional como el
papa Francisco y el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama; de
la Unión Europea y de la mayoría de los partidos políticos en Colombia,
el debate interno sobre este tema no ha terminado.
Serán los ciudadanos quienes finalmente determinen en las urnas si refrendan o no esa fórmula de justicia transicional.
El otro punto acordado, el de fecha para la firma del fin del conflicto, también se había convertido en una amenaza para el éxito de las negociaciones en La Habana.
Cuando el presidente Santos, a mediados del
2012, hizo público que iniciaría un proceso de paz con las Farc, dijo
que este sería de meses –no de años–, pero ya lleva más de tres años.
La incertidumbre sobre la fecha para la firma
del fin del conflicto y los ataques que hasta hace unos meses hacía esa
guerrilla contra la población civil, con un alto costo de vidas humanas,
pusieron en riesgo el proceso en varias oportunidades. Y, no obstante
el anhelo de la paz de los colombianos, de manera sistemática el proceso
era castigado por la opinión pública a través de las encuestas.
Por eso, la afirmación de Santos de que a más
tardar dentro de seis meses (el 23 de marzo del próximo año) tendrá que
firmarse el fin del conflicto resulta ser la otra noticia importante de la jornada, de gran respiro para los colombianos.
“El jefe del secretariado de las Farc y yo
hemos acordado que a más tardar en seis meses deben concluir las
negociaciones. Es decir que a más tardar el 23 de marzo de 2016 debe
estar firmado el acuerdo final”, dijo el mandatario en su intervención
desde La Habana.
Para algunos entendidos en el tema, este
compromiso público de las partes ante la comunidad internacional le pone
un carácter de irreversibilidad al proceso.
Dejación de las armas
El encuentro de La Habana dejó otra certeza:
la dejación de las armas de las Farc, lo que ocurrirá 60 días después de
la firma del fin del conflicto.
Este punto, que forma parte tanto de la declaración conjunta como del discurso de Santos, aparece con fecha fija, pero también como prerrequisito indispensable para ser beneficiario de la justicia transicional.
“Las Farc comenzarán a dejar las armas a más
tardar a los 60 días de la firma del acuerdo final”, dijo Santos. Eso
será a finales de mayo del próximo año.
Este era otro punto que había llenado de
escepticismo a algunos críticos del proceso, para quienes las Farc iban a
hacer política con el apoyo de sus armas.
Como lo destacó Santos en la intervención por
televisión luego de firmado el acuerdo, este se suma a los tres
anteriores de la agenda: “Desarrollo agrario integral”,
“solución al problema de las drogas ilícitas” y “participación
política”, lo que ponen un punto muy avanzado al proceso.
El máximo líder de las Farc, ‘Timochenko’,
quien fue visto desde las primeras horas de ayer en la capital cubana en
traje informal (sudadera y cachucha Adidas), se presentó luego a la
sesión solemne vestido de blanco, para asegurar que su organización está
dispuesta a asumir responsabilidades, “por nuestras acciones a lo largo
de la resistencia”, precisó.
Las frases durante el anuncio del acuerdo
Juan Manuel Santos
“Es la primera vez que un gobierno y un grupo
armado ilegal –en un acuerdo de paz y no como resultado de posteriores
imposiciones– crean un sistema de rendición de cuentas ante un tribunal
nacional por la comisión de crímenes internacionales y otros delitos
graves”.
“Desde la orilla de las instituciones, quiero
valorar el paso que hoy han dado las Farc. Somos adversarios, estamos en
orillas diferentes, pero avanzamos en una misma dirección, que es la de
la paz”.
“La condición fundamental de este proceso es
que tenemos que romper de una vez y para siempre cualquier vínculo entre
política y armas. Por eso, el proceso de dejación de armas debe
culminar a la mayor brevedad”.
“Hoy damos un paso enorme hacia esa nueva
Colombia, y los invito a que la construyamos juntos. Porque este
horizonte positivo nos llama a construir, no a destruir; nos convoca a
unirnos, no a dividirnos”.
Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’
“El actual proceso de paz es el único en el
mundo que ha acordado un sistema integral que reúne y relaciona todos
los elementos que el derecho internacional señala: los de verdad,
justicia, reparación y la no repetición”.
“Creemos imprescindible que el resto de los
actores del conflicto, tanto los que han combatido como los que han
instigado la guerra desde lujosas oficinas, asuman con valentía su
responsabilidad y así lo manifiesten ante el pueblo colombiano sin
escatimar un ápice de verdad”.
“Estamos dispuestos a asumir responsabilidades
por nuestras acciones a lo largo de la resistencia, pero nunca por lo
que interesadamente nos imputan nuestros adversarios sin ningún
fundamento ni fórmula de juicio”.
“Hoy anunciamos al país que haremos todo lo
que esté a nuestro alcance para lograr en poco meses el acuerdo final de
paz, y exhortamos a nuestra contraparte en la mesa a hacer lo mismo.
Levantamos la voz del nunca más”.
El sobrio estrechón de manos
Santos y ‘Timochenko’ protagonizaron un
episodio que llamó la atención de las miles de personas que seguían la
transmisión por televisión desde La Habana: al terminar la ceremonia en
la que se firmó el acuerdo, el presidente cubano, Raúl Castro, se puso
en medio de los dos, los abrazó simultáneamente y con un gesto sugirió
que estrecharan su mano. Santos, un poco rígido y mirando al piso,
parecía rehusar el guiño.
Entonces Castro tomó la iniciativa, hizo un
ademán de saludar al jefe de las Farc, pero a medio camino quitó su mano
y logró que el brazo extendido de ‘Timochenko’ se dirigiera a Santos
hasta estrechar su mano casi de manera sorpresiva. Castro, con sus dos
manos, apretó las de los dos rivales y la sala estalló en un aplauso.
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