(Fuente, DIARIO MARCA España)
El Real Madrid supo sufrir para ganar en San Mamés. Los blancos
aprovecharon la derrota del Barça y se colocan en cabeza gracias a los
goles de Benzema.
El Madrid de Benítez superó, no sin taquicardias, su primera
prueba del algodón. Ganó en San Mamés gracias a dos de los futbolistas
que más se alejan del perfil industrioso que ha distinguido la carrera
de su entrenador. Modric dirigió y Benzema ejecutó ante un Athletic que
nunca entregó la cuchara. San Mamés vio un partido de los de verdad, de
los de antes. No faltó ni la lluvia típica del Botxo para revestir al
partido de cierto tono épico.
Sorprendió Benítez de salida con la inclusión de Kovacic en el once.
Se esperaba a Casemiro para plantar batalla en el aire a los tanques
locales, Aduriz y Raúl García. Pero Benítez se presentó con otro guión.
Planteó un equipo de mucho toque y capacidad para jugar por dentro, que
encontró líneas de pase con una fluidez extraordinaria. Kroos elevó sus
prestaciones y Kovacic fue de menos a más, pero el que llevó la batuta,
un día más, fue Luka Modric. Clarividente, activó a Isco y sobre todo a
Benzema, que dio un clínic de movimientos ofensivos. El francés tuvo
hasta colmillo para hacer sangre de un grave error de Mikel San José en
el 0-1. Estuvo a sus anchas: remató más que Cristiano.
El Madrid pudo cerrar el partido en el primer tiempo. Gorka le sacó
dos balones de gol a Kovacic, que además de toque presumió de llegada.
Se sintió tan seguro el Madrid, agrupado en torno a sus jugones, que
equivocó el paso en el segundo tiempo. Pensó que con tocar le bastaría,
pero se olvidó de asomarse al balcón del área rival. Al Athletic tampoco
le valía la idea, claro. Los de Ernesto Valverde intensificaron la
presión en el centro del campo, sobre Modric y los centrales, y poco a
poco cortocircuitaron el juego de los blancos. Empezaron a llegar las
ocasiones, casi siempre por arriba, pero con la defensa bien plantada el
Madrid se defendió con solvencia. Y si no, ahí estaba Keylor.
Pero un error del Madrid en la salida del balón dejó a la defensa mal
parada y un pasillo abierto para Susaeta, cuyo centro fue rematado en
el segundo palo por Sabin. El empate hacía justicia, pero el partido
estaba escrito para el Madrid. Un ataque largo descolocó a Balenziaga y
esta vez el pasillo fue para Isco, que la puso en boca de gol para el
segundo de Benzema. El fútbol, juego de errores, castigaba con dureza al
Athletic, condenado de nuevo a remar contra corriente.
Pero el Madrid no repitió las concesiones previas al empate. Manejó
el balón con soltura y por ahí apareció Casemiro para taponar vías de
agua. Hubo, claro, centros laterales del Athletic y un gran cabezazo de
Aduriz, espléndidamente palmeado por Keylor. El meta se quedó sin
récord, pero pasó otra prueba de nivel. Como el Madrid, que, de paso,
gracias a la debacle del Barça en Vigo, araña el liderato de la Liga. A
estas alturas de poco sirve, pero a un proyecto nuevo siempre le viene
bien tener viento de cola.
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