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jueves, 24 de septiembre de 2015

Tatiana Calderón, la colombiana que le apuesta a la Fórmula 1

(Fuente, Diario EL TIEMPO)

Tatiana Calderón es la carta femenina de Colombia para la Fórmula 1.

Foto: Juan Manuel Vargas
Tatiana Calderón es la carta femenina de Colombia para la Fórmula 1. 

Actualmente corre en la Fórmula 3 Europea, donde es la única mujer entre más de 30 pilotos.

Tatiana Calderón es la mujer más rápida de Colombia y, aun así, llegó casi una hora y media tarde a la cita. Es claro que a la joven piloto, única mujer corriendo en la FIA Fórmula 3 Europea –paso casi obligado para llegar a la Fórmula 1–, quien está acostumbrada a manejar a casi 300 kilómetros por hora, el tráfico capitalino no le va muy bien.

Han pasado 13 años desde que, a los 9, la bogotana se subió por primera vez a un kart en una pista para aficionados del norte de Bogotá, y ahora, a los 22 años, ella tiene la esperanza de formar parte del selecto ‘club’ de solo cinco mujeres que han participado en alguna carrera de la Fórmula 1, la quinta esencia del automovilismo mundial, a lo largo de la historia de esta competencia. A estas alturas, sus logros son su mejor carta de presentación para conseguirlo.

Tatiana es la única mujer que ha ganado un campeonato de karts en Colombia (el Easykart, en la categoría prejunior), también fue la primera en ganar un campeonato nacional de kartismo en Estados Unidos (el Jica, en la división del este del Stars of Karting). Y en la Fórmula 3 Británica fue la primera mujer en subir al podio al obtener el tercer puesto en la última carrera de la temporada 2014.

En la F3 Europea, campeonato que se disputa en las mismas pistas que utiliza la Fórmula 1 en el viejo continente, pero en diferentes fines de semana, Tatiana ya lleva tres temporadas y este año representa al equipo Carlin, a bordo de un monoplaza Volkswagen con chasis Dallara, registrado con el número 9. Junto a ella no hay más mujeres intentando quedarse con el campeonato, en el que corren 35 hombres que representan a 18 países. En esta categoría se mantiene en los puestos intermedios de la clasificación y ha compartido pista con pilotos que ya dieron el salto a la F1, como el belga Max Verstappen (hijo del retirado Jos Verstappen), quien con 17 años de edad representa al equipo Toro Rosso y ostenta el récord de ser el más joven competidor en la ‘gran carpa’. Además, este año ha hecho varios top 10 y es la primera mujer que suma puntos en esa categoría.

Desde hace tres años está afincada en Inglaterra, país al que llegó consciente de que solo estando en Europa podrá competir al más alto nivel y llamar la atención de los ojeadores de la Fórmula 1. “A los americanos –explica– les gusta mucho el show, y aunque hay muy buen nivel, tanto la tecnología, como los circuitos son más duros en Europa, lo que me ha llevado a aprender más, porque debo exigirme al máximo”, dice.

Quienes mejor conocen a Tatiana son sus papás, Alberto Calderón y María Clara Noguera, y tienen claro que la clave del éxito de su hija ha sido la constancia y el compromiso que ha mostrado desde que empezó a correr y asistía al colegio Helvetia, en Bogotá. Entonces, a la estudiante le tocaba hacer las tareas en los aviones, mientras sus papás veían películas, pues por las continuas competencias en todo el mundo, ella pasaba más tiempo viajando que en el salón de clases.

“Esa vida no era normal para una niña tan pequeña, pero ella sabía que la condición para poder correr era que, primero, le tenía que ir bien en el colegio”, cuenta su padre, quien agrega que el desempeño escolar de Tatiana durante esos años fue siempre destacado.

La misma Tatiana cuenta que sus compañeros de colegio se sorprendían al ver que ella, incluso, hacia las tareas que dejaban en las clases a las que no iba. Pablo Ruiz, uno de ellos, quien conoce a Tatiana desde los 4 años, da crédito a las palabras de la automovilista: “Muchas veces nos hizo quedar mal al resto de alumnos cuando, desde Europa, mandaba los trabajos que los que estábamos en Bogotá no hacíamos, y los profesores siempre la ponían como ejemplo de dedicación y responsabilidad”. También recuerda que en muchos de esos años, pese al doble sacrificio de las clases y las carreras, su amiga fue la mejor de la clase.

Tras recorrer Colombia y conocer todas las pistas de karts del país, Tatiana viajó a Estados Unidos, donde a los 16 años, y tras ganar el Jica, se quedó durante unos meses sola en Indianápolis –casa de la carrera de 500 millas más popular del mundo–, para aprovechar un gimnasio que había en la ciudad y que estaba enfocado en el entrenamiento de pilotos.

Fue precisamente durante su estadía en ese país que Tatiana tuvo el mayor susto de su carrera. En la pista de la ciudad de Iowa, durante el campeonato Star Mazda, en el 2011, había un pequeño sobresalto antes de entrar a una curva que había que tomar con el volante centrado. Un leve movimiento del timón hizo que el vehículo saltara y aterrizara con violencia, quedando totalmente destruido, con las barras de la transmisión por fuera de la carrocería. Tatiana tuvo que aguantar un dolor de cabeza que le duró tres días. “No me pasó nada más, y hasta ahora no me he roto ningún hueso”, dice con mirada y sonrisa dulce mientras con los nudillos golpea dos veces la madera de una mesa en la sala de su casa.

“Su decisión de quedarse en Estados Unidos sola a esa edad demostró un alto grado de madurez y que no había reversa en su sueño de llegar a lo más alto de la competencia”, dice Alberto, en la residencia de la familia, en Bogotá. A unos metros, una colección de carros a escala, con decenas de ejemplares de diferentes épocas que atestiguan cómo este le inculcó a Tatiana desde pequeña la pasión por la velocidad, pese a no haber más corredores en la familia. Un poco más lejos, tras descender por una pequeña escalera, está el cuarto de ella, en el que cientos de trofeos rodean una cama sencilla que permanece desocupada la mayoría del tiempo.

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Tatiana recuerda con gracia aquel primer vehículo en el que compitió –si es que a eso se le puede llamar competir, porque ni su hermana, ni los amigos de esta, quienes la acompañaban, quisieron correr junto a ella por miedo a lastimarla, pues era la más pequeña del grupo–: “Era un kart verde que no tenía las mejores, por no decir las mínimas, condiciones de seguridad y para poder alcanzar los pedales tuvieron que ponerme un cojín en la espalda”. Para completar, como no había cascos para el diminuto tamaño de su cabeza, le tuvieron que poner uno que, según ella, “parecía el de un mensajero”.

Esa noche del 2003, Tatiana sintió ese baño de adrenalina generado por la velocidad y la gasolina del que saben muy bien quienes deciden que el resto de su vida lo pasarán en las pistas. Era la época en la que la leyenda del automovilismo colombiano, Juan Pablo Montoya, corría su tercera temporada en la Fórmula 1 como piloto del equipo BMW Williams. Gracias al bogotano, que llegó a la máxima categoría del automovilismo mundial tras ser campeón de la Kart estadounidense, el deporte motor hacía carrera para convertirse en el de más interés en Colombia, motivando cada vez a más jóvenes como Tatiana a decantarse por esta práctica. Sus triunfos, su rivalidad con el todopoderoso Michael Schumacher y su comportamiento temerario en las pistas conquistaron a un país acostumbrado a los goles y los guayos.

“Primero corrí 10 minutos, luego le pedí a mi papá otros diez y después otros diez. Terminé haciendo unas cinco rondas, hasta que mis papás me dijeron que ya nos teníamos que ir”, rememora sonriente Tatiana, quien ahora conduce sofisticadas máquinas con chasis de fibra de carbono que pueden alcanzar velocidades hasta de 280 kilómetros por hora, con una aceleración de cero a cien kilómetros por hora en 2,8 segundos.

Su tiempo transcurre entre los entrenamientos físicos y las prácticas en Londres. Sin embargo, como la F3 solo permite seis ensayos al año con los monoplazas, cuando no está en el simulador viaja a Madrid, en donde tiene su propio kart, con el que corre en la pista Ángel Burgueño.

En la capital española Tatiana puede matar dos pájaros de un solo tiro, pues aparte de ejercitar sus habilidades frente al volante puede visitar a Paula, su hermana siete años mayor y su mano derecha desde que corre profesionalmente. Aunque ambas compitieron y ganaron eventos como el Campeonato Nacional de Turismo del 2009 (en Colombia), cuando compartían un Kia Picanto, al final Paula prefirió seguir con sus estudios universitarios.

Para Tatiana, Paula, quien está terminando una maestría en España, ha sido una persona fundamental, porque es quien le da fortaleza mientras está lejos de su familia. De hecho, de su estadía fuera de Colombia, Tatiana reconoce que lo más difícil no ha sido abrirse paso en un mundo dominado por hombres, sino el hecho de no tener a su familia cerca: “Estando acá me he dado cuenta de todo lo que mis papás hacían por mí y que ahora me toca hacer sola”.

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“¡Sigue ganando, Chacho, la sorprendente Tatiana Calderón!”, narraba emocionado Fernando Tornello, locutor de automovilismo del canal de televisión deportivo Fox Sports, durante la transmisión de la carrera de exhibición Drivers Challenge 2015, que se celebró en enero de en la ciudad mexicana de Cancún.

“¡Miren nada más cómo mueve los hombros al lado contrario a donde va el auto para poder sacar los brazos rápidamente! Esto habla de una técnica espectacular de esta chica, que está dando una verdadera cátedra”, respondía el otro locutor, deshecho en elogios para la colombiana, que terminó por pararse en lo más alto del podio de esa carrera.

Las palabras de ambos periodistas no son producto de un momento de brillantez de Tatiana o de un acto de cortesía hacia la única mujer en la competencia. El español Emilio de Villota (hijo), que ha trabajado con corredores de la talla del español Fernando Alonso –ganador del campeonato de la Fórmula 1 en 2005 y 2006–, conoce a Tatiana desde el 2009 y fue ingeniero y jefe de su equipo (el Emilio de Villota Motorsport) en el 2012, cuando ella corrió en la Euro Open Fórmula 3. De Villota tiene claras las cualidades de su pupila delante del manubrio y esas fortalezas que le servirían para sobresalir entre los demás corredores y llegar a la F1. “Ella es muy buena en la parte técnica y en el feeling de transmitir al ingeniero lo que está pasando y los cambios que se le pueden hacer al coche. 

Además, tiene una conducción muy pulida y suave”, cuenta De Villota.

El excorredor hace énfasis en la entrega de Tatiana como uno de los elementos que podrían llevarla a lo más alto del deporte motor: “Es una persona que se empeña, se esfuerza, se sacrifica por lo que quiere y por sus objetivos más que nadie. Nunca he visto a otro piloto con mayor entrega que ella”.
Pese a todos estos puntos positivos, De Villota y Tatiana coinciden en afirmar que lo que le falta a ella para dar el salto a la Fórmula 1 ya no pasa por su nivel en las pistas, el cual, creen, está demostrado. Para ellos la única carencia de la bogotana tiene que ver con una dificultad común entre quienes deciden ganarse la vida frente a un timón: el dinero.

“Este es un deporte tremendamente costoso, que requiere inversiones muy altas”, dice Tatiana con una parsimonia que no demuestra el brío con el que pilotea. Cuenta que un solo año de Fórmula 3 Europea cuesta unos 500.000 euros que deben ser conseguidos por el piloto. “El siguiente paso, que es la Fórmula 2, puede costar hasta un millón y medio de euros”, añade.

Entonces, ahora su principal reto es conseguir esa cantidad, que solo llegaría si cuenta con el apoyo de patrocinadores. Y ya está trabajando en ello. Para lograrlo, una de sus movidas fue contratar como mánager a Susie Wolff, actual piloto de pruebas del equipo Williams-Mercedes de la Fórmula 1 y referente femenino del automovilismo actual.

“Una de las estrategias será explotar mi imagen comercialmente y darme a conocer, y así empezar a atraer a los patrocinadores”, afirma Tatiana, segura de que la madurez que le ha dado su experiencia le servirá para asumir este nuevo desafío lejano a las pistas y alcanzar su fin último de alcanzar a la F1.

“Es una realidad un poco triste que a los deportistas nos toque recurrir a esto en ocasiones para poder demostrar nuestro talento –dice–. Mientras tanto, no dejaré de hacer lo que más me gusta, que es manejar carros de carreras”. 

NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ



























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