(Fuente, Diario EL TIEMPO)
Foto: Juan Manuel Vargas
Tatiana Calderón es la carta
femenina de Colombia para la Fórmula 1.
Actualmente corre en la Fórmula 3 Europea, donde es la única mujer entre más de 30 pilotos.
Tatiana Calderón es la mujer más rápida de
Colombia y, aun así, llegó casi una hora y media tarde a la cita. Es
claro que a la joven piloto, única mujer corriendo en la FIA Fórmula 3
Europea –paso casi obligado para llegar a la Fórmula 1–, quien está
acostumbrada a manejar a casi 300 kilómetros por hora, el tráfico
capitalino no le va muy bien.
Han pasado 13 años desde que, a los 9, la
bogotana se subió por primera vez a un kart en una pista para
aficionados del norte de Bogotá, y ahora, a los 22 años, ella tiene la
esperanza de formar parte del selecto ‘club’ de solo cinco mujeres que
han participado en alguna carrera de la Fórmula 1, la quinta esencia del
automovilismo mundial, a lo largo de la historia de esta competencia. A
estas alturas, sus logros son su mejor carta de presentación para
conseguirlo.
Tatiana es la única mujer que ha ganado un
campeonato de karts en Colombia (el Easykart, en la categoría
prejunior), también fue la primera en ganar un campeonato nacional de
kartismo en Estados Unidos (el Jica, en la división del este del Stars
of Karting). Y en la Fórmula 3 Británica fue la primera mujer en subir
al podio al obtener el tercer puesto en la última carrera de la
temporada 2014.
En la F3 Europea, campeonato que se disputa en
las mismas pistas que utiliza la Fórmula 1 en el viejo continente, pero
en diferentes fines de semana, Tatiana ya lleva tres temporadas y este
año representa al equipo Carlin, a bordo de un monoplaza Volkswagen con
chasis Dallara, registrado con el número 9. Junto a ella no hay más
mujeres intentando quedarse con el campeonato, en el que corren 35
hombres que representan a 18 países. En esta categoría se mantiene en
los puestos intermedios de la clasificación y ha compartido pista con
pilotos que ya dieron el salto a la F1, como el belga Max Verstappen
(hijo del retirado Jos Verstappen), quien con 17 años de edad representa
al equipo Toro Rosso y ostenta el récord de ser el más joven competidor
en la ‘gran carpa’. Además, este año ha hecho varios top 10 y es la
primera mujer que suma puntos en esa categoría.
Desde hace tres años está afincada en
Inglaterra, país al que llegó consciente de que solo estando en Europa
podrá competir al más alto nivel y llamar la atención de los ojeadores
de la Fórmula 1. “A los americanos –explica– les gusta mucho el show, y
aunque hay muy buen nivel, tanto la tecnología, como los circuitos son
más duros en Europa, lo que me ha llevado a aprender más, porque debo
exigirme al máximo”, dice.
Quienes mejor conocen a Tatiana son sus papás,
Alberto Calderón y María Clara Noguera, y tienen claro que la clave del
éxito de su hija ha sido la constancia y el compromiso que ha mostrado
desde que empezó a correr y asistía al colegio Helvetia, en Bogotá.
Entonces, a la estudiante le tocaba hacer las tareas en los aviones,
mientras sus papás veían películas, pues por las continuas competencias
en todo el mundo, ella pasaba más tiempo viajando que en el salón de
clases.
“Esa vida no era normal para una niña tan
pequeña, pero ella sabía que la condición para poder correr era que,
primero, le tenía que ir bien en el colegio”, cuenta su padre, quien
agrega que el desempeño escolar de Tatiana durante esos años fue siempre
destacado.
La misma Tatiana cuenta que sus compañeros de
colegio se sorprendían al ver que ella, incluso, hacia las tareas que
dejaban en las clases a las que no iba. Pablo Ruiz, uno de ellos, quien
conoce a Tatiana desde los 4 años, da crédito a las palabras de la
automovilista: “Muchas veces nos hizo quedar mal al resto de alumnos
cuando, desde Europa, mandaba los trabajos que los que estábamos en
Bogotá no hacíamos, y los profesores siempre la ponían como ejemplo de
dedicación y responsabilidad”. También recuerda que en muchos de esos
años, pese al doble sacrificio de las clases y las carreras, su amiga
fue la mejor de la clase.
Tras recorrer Colombia y conocer todas las
pistas de karts del país, Tatiana viajó a Estados Unidos, donde a los 16
años, y tras ganar el Jica, se quedó durante unos meses sola en
Indianápolis –casa de la carrera de 500 millas más popular del mundo–,
para aprovechar un gimnasio que había en la ciudad y que estaba enfocado
en el entrenamiento de pilotos.
Fue precisamente durante su estadía en ese
país que Tatiana tuvo el mayor susto de su carrera. En la pista de la
ciudad de Iowa, durante el campeonato Star Mazda, en el 2011, había un
pequeño sobresalto antes de entrar a una curva que había que tomar con
el volante centrado. Un leve movimiento del timón hizo que el vehículo
saltara y aterrizara con violencia, quedando totalmente destruido, con
las barras de la transmisión por fuera de la carrocería. Tatiana tuvo
que aguantar un dolor de cabeza que le duró tres días. “No me pasó nada
más, y hasta ahora no me he roto ningún hueso”, dice con mirada y
sonrisa dulce mientras con los nudillos golpea dos veces la madera de
una mesa en la sala de su casa.
“Su decisión de quedarse en Estados Unidos
sola a esa edad demostró un alto grado de madurez y que no había reversa
en su sueño de llegar a lo más alto de la competencia”, dice Alberto,
en la residencia de la familia, en Bogotá. A unos metros, una colección
de carros a escala, con decenas de ejemplares de diferentes épocas que
atestiguan cómo este le inculcó a Tatiana desde pequeña la pasión por la
velocidad, pese a no haber más corredores en la familia. Un poco más
lejos, tras descender por una pequeña escalera, está el cuarto de ella,
en el que cientos de trofeos rodean una cama sencilla que permanece
desocupada la mayoría del tiempo.
***
Tatiana recuerda con gracia aquel primer
vehículo en el que compitió –si es que a eso se le puede llamar
competir, porque ni su hermana, ni los amigos de esta, quienes la
acompañaban, quisieron correr junto a ella por miedo a lastimarla, pues
era la más pequeña del grupo–: “Era un kart verde que no tenía las
mejores, por no decir las mínimas, condiciones de seguridad y para poder
alcanzar los pedales tuvieron que ponerme un cojín en la espalda”. Para
completar, como no había cascos para el diminuto tamaño de su cabeza,
le tuvieron que poner uno que, según ella, “parecía el de un mensajero”.
Esa noche del 2003, Tatiana sintió ese baño de
adrenalina generado por la velocidad y la gasolina del que saben muy
bien quienes deciden que el resto de su vida lo pasarán en las pistas.
Era la época en la que la leyenda del automovilismo colombiano, Juan
Pablo Montoya, corría su tercera temporada en la Fórmula 1 como piloto
del equipo BMW Williams. Gracias al bogotano, que llegó a la máxima
categoría del automovilismo mundial tras ser campeón de la Kart
estadounidense, el deporte motor hacía carrera para convertirse en el de
más interés en Colombia, motivando cada vez a más jóvenes como Tatiana a
decantarse por esta práctica. Sus triunfos, su rivalidad con el
todopoderoso Michael Schumacher y su comportamiento temerario en las
pistas conquistaron a un país acostumbrado a los goles y los guayos.
“Primero corrí 10 minutos, luego le pedí a mi
papá otros diez y después otros diez. Terminé haciendo unas cinco
rondas, hasta que mis papás me dijeron que ya nos teníamos que ir”,
rememora sonriente Tatiana, quien ahora conduce sofisticadas máquinas
con chasis de fibra de carbono que pueden alcanzar velocidades hasta de
280 kilómetros por hora, con una aceleración de cero a cien kilómetros
por hora en 2,8 segundos.
Su tiempo transcurre entre los entrenamientos
físicos y las prácticas en Londres. Sin embargo, como la F3 solo permite
seis ensayos al año con los monoplazas, cuando no está en el simulador
viaja a Madrid, en donde tiene su propio kart, con el que corre en la
pista Ángel Burgueño.
En la capital española Tatiana puede matar dos
pájaros de un solo tiro, pues aparte de ejercitar sus habilidades
frente al volante puede visitar a Paula, su hermana siete años mayor y
su mano derecha desde que corre profesionalmente. Aunque ambas
compitieron y ganaron eventos como el Campeonato Nacional de Turismo del
2009 (en Colombia), cuando compartían un Kia Picanto, al final Paula
prefirió seguir con sus estudios universitarios.
Para Tatiana, Paula, quien está terminando una
maestría en España, ha sido una persona fundamental, porque es quien le
da fortaleza mientras está lejos de su familia. De hecho, de su estadía
fuera de Colombia, Tatiana reconoce que lo más difícil no ha sido
abrirse paso en un mundo dominado por hombres, sino el hecho de no tener
a su familia cerca: “Estando acá me he dado cuenta de todo lo que mis
papás hacían por mí y que ahora me toca hacer sola”.
***
“¡Sigue ganando, Chacho, la sorprendente
Tatiana Calderón!”, narraba emocionado Fernando Tornello, locutor de
automovilismo del canal de televisión deportivo Fox Sports, durante la
transmisión de la carrera de exhibición Drivers Challenge 2015, que se
celebró en enero de en la ciudad mexicana de Cancún.
“¡Miren nada más cómo mueve los hombros al
lado contrario a donde va el auto para poder sacar los brazos
rápidamente! Esto habla de una técnica espectacular de esta chica, que
está dando una verdadera cátedra”, respondía el otro locutor, deshecho
en elogios para la colombiana, que terminó por pararse en lo más alto
del podio de esa carrera.
Las palabras de ambos periodistas no son
producto de un momento de brillantez de Tatiana o de un acto de cortesía
hacia la única mujer en la competencia. El español Emilio de Villota
(hijo), que ha trabajado con corredores de la talla del español Fernando
Alonso –ganador del campeonato de la Fórmula 1 en 2005 y 2006–, conoce a
Tatiana desde el 2009 y fue ingeniero y jefe de su equipo (el Emilio de
Villota Motorsport) en el 2012, cuando ella corrió en la Euro Open
Fórmula 3. De Villota tiene claras las cualidades de su pupila delante
del manubrio y esas fortalezas que le servirían para sobresalir entre
los demás corredores y llegar a la F1. “Ella es muy buena en la parte
técnica y en el feeling de transmitir al ingeniero lo que está pasando y
los cambios que se le pueden hacer al coche.
Además, tiene una
conducción muy pulida y suave”, cuenta De Villota.
El excorredor hace énfasis en la entrega de
Tatiana como uno de los elementos que podrían llevarla a lo más alto del
deporte motor: “Es una persona que se empeña, se esfuerza, se sacrifica
por lo que quiere y por sus objetivos más que nadie. Nunca he visto a
otro piloto con mayor entrega que ella”.
Pese a todos estos puntos positivos, De
Villota y Tatiana coinciden en afirmar que lo que le falta a ella para
dar el salto a la Fórmula 1 ya no pasa por su nivel en las pistas, el
cual, creen, está demostrado. Para ellos la única carencia de la
bogotana tiene que ver con una dificultad común entre quienes deciden
ganarse la vida frente a un timón: el dinero.
“Este es un deporte tremendamente costoso, que
requiere inversiones muy altas”, dice Tatiana con una parsimonia que no
demuestra el brío con el que pilotea. Cuenta que un solo año de Fórmula
3 Europea cuesta unos 500.000 euros que deben ser conseguidos por el
piloto. “El siguiente paso, que es la Fórmula 2, puede costar hasta un
millón y medio de euros”, añade.
Entonces, ahora su principal reto es conseguir
esa cantidad, que solo llegaría si cuenta con el apoyo de
patrocinadores. Y ya está trabajando en ello. Para lograrlo, una de sus
movidas fue contratar como mánager a Susie Wolff, actual piloto de
pruebas del equipo Williams-Mercedes de la Fórmula 1 y referente
femenino del automovilismo actual.
“Una de las estrategias será explotar mi
imagen comercialmente y darme a conocer, y así empezar a atraer a los
patrocinadores”, afirma Tatiana, segura de que la madurez que le ha dado
su experiencia le servirá para asumir este nuevo desafío lejano a las
pistas y alcanzar su fin último de alcanzar a la F1.
“Es una realidad un poco triste que a los
deportistas nos toque recurrir a esto en ocasiones para poder demostrar
nuestro talento –dice–. Mientras tanto, no dejaré de hacer lo que más me
gusta, que es manejar carros de carreras”.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
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